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Recopilación de algunos nombres arábigos que los árabes pusieron a algunas ciudades y otras muchas cosas
Diego de Guadix. Edición, introducción, notas e índice: Elena Bajo Pérez y Felipe Maíllo Salgado
Colección: Biblioteca Arabo-Románica & Islámica
Materias:
Estudios árabes e islámicos
-
Edición en papel Formato: 17 x 24
Páginas: 1240
Peso: 1.98 Kg
ISBN: 84-9704-211-5
Año: 2005
95,00€
La Recopilación de Diego de Guadix es sin duda una obra amplia, compleja y sistemática. En ella se registran todas las palabras y significados que (en cualquier lengua conocida por Guadix), procedían, a su juicio, del árabe. La mayor parte de la obra se dedica a los arabismos tanto léxicos como semánticos del español.
Guadix fue un lexicógrafo concienzudo y meticuloso, dotado de un talento asombroso para definir y de una notable aptitud para escribir con amenidad. Su obra, como propia de un hombre culto y buen observador de la realidad de su época, nos transmite, además, mucha y muy interesante información histórica y antropológica.
La Recopilación nunca llegó a imprimirse; pese a eso, el saber de Guadix se transmitió a la posteridad, aunque de forma muy sesgada e incompleta, a través del Tesoro de la lengua castellana o española (1611) de Sebastián de Covarrubias. Hasta 1886, año en que se publicó el Glosario etimológico de Leopoldo Eguílaz y Yanguas, no apareció otra obra lexicográfica enriquecida por la consulta directa de los materiales de Guadix. Con posterioridad, hay que esperar al Diccionario Histórico (1951-1996) para encontrar -a pesar de los abundantes errores de transcripción- un conocimiento detallado de la Recopilación y un reconocimiento continuo de su innegable aportación lexicográfica y de su inmenso valor como documento de la lengua de finales del siglo XVI.
Guadix fue un lexicógrafo concienzudo y meticuloso, dotado de un talento asombroso para definir y de una notable aptitud para escribir con amenidad. Su obra, como propia de un hombre culto y buen observador de la realidad de su época, nos transmite, además, mucha y muy interesante información histórica y antropológica.
La Recopilación nunca llegó a imprimirse; pese a eso, el saber de Guadix se transmitió a la posteridad, aunque de forma muy sesgada e incompleta, a través del Tesoro de la lengua castellana o española (1611) de Sebastián de Covarrubias. Hasta 1886, año en que se publicó el Glosario etimológico de Leopoldo Eguílaz y Yanguas, no apareció otra obra lexicográfica enriquecida por la consulta directa de los materiales de Guadix. Con posterioridad, hay que esperar al Diccionario Histórico (1951-1996) para encontrar -a pesar de los abundantes errores de transcripción- un conocimiento detallado de la Recopilación y un reconocimiento continuo de su innegable aportación lexicográfica y de su inmenso valor como documento de la lengua de finales del siglo XVI.